El
trayecto ha sido bastante cortito (unos 10 minutos), pero está
organizado de forma muy turística, igual que el pueblo de Miyajima.
A medida que nos íbamos acercando, hemos podido ir viendo el puerto
y el santuario de Itsukushima (厳島神社), que en realidad se trata del nombre
real de la isla. Miyajima es el nombre popular que significa Isla
santuario.
Al
llegar unos ciervos nos están esperando para darnos la bienvenida, y de paso, comerse nuestro mapa! Para llegar hasta el
templo debemos cruzar una calle comercial cubierta llamada
Omotesando. Comemos un rollito ensartado en un palo que es de pasta
de pescado y pulpo que está delicioso. También probamos unas pastas
típicas en forma de hoja rellenas de chocolate.
Un
torii de piedra flanqueado por leones nos da paso hacia el santuario
sintoísta de Itsukushima. La religión sintoísta promueve la
veneración de los elementos de la naturaleza, y su arquitectura
presenta una relación con su entorno paisajista y natural. Aunque el
origen del sintoísmo es japonés, éste ha sido influenciado por el
budismo, y en algún momento en la historia ambas religiones tuvieron
una fusión interesante.
Miyajima
ha sido venerada desde tiempos antiguos, iniciándose la construcción
en el 593. La idea de alzar un santuario sobre el agua era para
adorar a la deidad del mar, y se cree que la isla era objeto de culto
gracias a que presenta una bahía bastante cerrada, ideal para la
construcción de un santuario. En sus inicios, los plebeyos no
estaban autorizados a pisar la isla y solo podían acercarse a ella
en barca.
El
Santuario está presidido por un Otorii, un gran pórtico de color
rojo que descansa sobre el fondo mar, sin estar empotrado en la
arena. Reconstruido en madera en 1875 (periodo Meiji). A diferencia
de los toriis o pórticos tradicionales, que son de únicamente 2
pilares, a éste se le añaden 4 pilares menores, dándole más
estabilidad e imponencia.
Frente
al Otorii, se sitúa el Santuario principal llamado Itsukushima
(300Y), que está formado por 3 áreas: El Salón Santo donde los
dioses habitan (Heiden), una parte interior donde solo pueden entrar
los sacerdotes (Haiden), y el área externa para los visitantes y
fieles (Haraiden).
Delante
del santuario hay una plataforma llamada Bugaku (舞楽), flanqueada por
linternas de bronce y donde se llevan a cabo representaciones
musicales, como el festival de Kangensai o el teatro Noh.
Se
acerca la hora de comer y decidimos volver a la calle comercial que
hay en la entrada de la ciudad, así que nos aventuramos a encontrar
un restaurante, eso si, antes hacemos una parada y compramos unos
yukatas (prendas de vestir)
Después
de comer un delicioso Okonomiyaki (お好み焼き) (una especie de tortilla a la
plancha a la que se le puede añadir carne o pescado) y un helado de
nata de postre, volvemos a ponernos en marcha hacia la estación de
ferrys, y justo cuando ya se termina la calle comercial nos topamos
con la pala para coger arroz (Oshakushi 大杓子) más grande del mundo, con unos 8 mts de
longitud.
Volvemos
a coger el ferry para salir de la isla y regresar a Miyajima-guchi.
Como tenemos la tarde por delante, decidimos bajarnos en la estación
de Hiroshima (広島市) y visitar la zona conservada de los restos que quedaron
al caer la Bomba Atómica durante la Segunda Guerra Mundial. Para
llegar, cogemos un tranvía (150Y cada billete) desde la estación de
JR hasta la parada A Bomb Dome.
La
cúpula de la Bomba Atómica (原爆ドーム,
Genbaku Dōmu) es uno de los símbolos más conocidos
de la ciudad. El epicentro de la explosión atómica del 6 de agosto
de 1945 se situó apenas a 150 metros de distancia del edificio, que
en aquel momento era el Centro de Promoción Comercial e Industrial
de Hiroshima. Fue la estructura más próxima que resistió el
impacto. El edificio se conserva exactamente igual a como quedó
después del bombardeo, en memoria de las víctimas, como símbolo de
la devastación nuclear, y como esperanza para la paz mundial.
Cruzando
la Plaza de la Paz llegamos hasta el Cenotafio de hormigón diseñado
por Kenzo Tange (丹下健三) con la inscripción "Descansad en paz, pues el
error jamás se repetirá", y en él están los nombres de todas
las víctimas conocidas de la bomba atómica.
No
somos capaces ni de hablar por el mal cuerpo que nos ha dejado la
visita. Estamos cansados y sensibilizados por todo lo que hemos
visto, así que decidimos volver a coger el tranvía, que nos llevará
de nuevo a la estación de JR, pero nos equivocamos de sentido, así
que nos bajamos y cogemos otro, pero nos volvemos a equivocar...
menos mal que a la tercera va la vencida.
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