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Llegamos a Tokyo, y sin salir de la estación, volvemos a sacar unos billetes de tren para ir a Kyoto, nuestro primer destino en este viaje. El trayecto en Shinkansen (el famoso "tren Bala") dura unas 2 horas y media. Tenemos ganas de llegar y este último tramo se nos hace eterno.
Salimos del tren y Kyoto nos da la bienvenida a través de su moderna estación, ahora nos toca encontrar el ryokan. Según las indicaciones del mapa, parece que no está demasiado lejos, así que decidimos ir andando. Aunque el alojamiento se encuentra en un barrio de casitas bajas y con callejuelas regulares, nos ha costado la vida poder encontrarlo. Suerte que nos hemos decidido a preguntar a un señor, que muy amablemente nos ha indicado el camino. Pasamos antes delante de un cartel que señalizaba la situación del ryokan, pero estaba escrito en kanji y como es normal no nos hemos dado ni cuenta. Tenemos que aprender japonés!
Astro Boy Justo en la entrada de la Estación de Kyoto hay dos esculturas de Osamu Tezuka, uno de los dibujantes japoneses más importantes. |
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Al llegar al ryokan nos topamos con un edificio que parece más una casa que un hotel, y es que los famosos ryokans son viviendas donde se alquilan habitaciones, el nuestro, en concreto, tiene habitaciones habilitadas con baños independientes. Tocamos el timbre y nos recibe una señora mayor en bata y alpargatillas hablando en japonés. Estamos acojonados, porque la señora habla y habla sin parar y no logramos entender nada. Pero con paciencia y mediante señas hemos comprendido que quería que nos quitaramos el calzado en la entrada y lo dejaramos en unas repisas al lado de la puerta. Nos ha dado unas alpargatas, que sabe dios cuantos pies habrán usado... nuevas costumbres a las que deberemos adaptarnos.
Tras inscribirnos y darnos una hoja con las instrucciones del alojamiento en inglés, la señora nos acompaña hasta nuestra habitación. No nos sorprende para nada la austeridad del dormitorio, queríamos que fuera tradicional y lo es al cien por cien. La sala dispone de una mesita y una tv de lo más "moderna". En el armario están los futones y las almohadas que colocaremos sobre el tatami cuando nos vayamos a dormir y que nosotros mismos guardaremos cuando nos levantemos por las mañanas. Hay un pequeño baño... nada de comodidades pero todo muy funcional y minimalista.
Una de las curiosidades que más nos ha llamado la atención ha sido el obsequio de bienvenida, dos plátanos! Más tarde descubrimos que la fruta es muy cara en Japón y que por eso se consideran un presente muy preciado y exótico. En la guía de viajes ya había leído que jamás debíamos dejar propina porque se lo podían tomar como una ofensa, y que lo único que aceptaban de buen grado es un regalo, como por ejemplo una pieza de fruta.
Después de dejar las maletas y ducharnos, nos hemos aventurado por la zona para buscar un restaurante. Estamos demasiado cansados y el jet lag está pasando factura, así que decidimos ir al centro comercial que hay dentro de la estación de trenes.
Es nuestra primera comida en tierras niponas y la verdad es que hemos aprendido muchas de las costumbres típicas que nos sirvirán para los siguientes días. Al entrar en el restaurante todo el personal nos ha saludado muy efusivamente con un "Do itashi maste" (Bienvenidos). Comemos dos cuencos de arroz acompañados, uno de carne y el otro de ternera con verduras, rico y económico.
Después de dejar las maletas y ducharnos, nos hemos aventurado por la zona para buscar un restaurante. Estamos demasiado cansados y el jet lag está pasando factura, así que decidimos ir al centro comercial que hay dentro de la estación de trenes.
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