miércoles, 1 de noviembre de 2006

Día 3: 01/11/2006 Himeji y Kyoto

Hoy nos toca levantarnos temprano, y pese al cansancio del viaje, sabemos que el tiempo que estemos aquí lo debemos aprovechar al máximo... No hay dolor! Queremos ir a Himeji, que junto a Kobe es una de las ciudades más importantes de la prefactura de Hyogo y que es famosa por su castillo. De camino a la estación nos paramos en un Starbucks para desayunar, necesito un café para acabar de despertarme.

Después de una hora de trayecto en shinkansen llegamos a Himeji. Es una ciudad que tiene como único punto de interés turístico el castillo (姫路城) y sus jardines y para poder acceder a él des de la estación, podemos ir caminando durante unos 15 minutos a través de una avenida muy comercial llena de tiendas, la Otamae-dori Street.

Conocido como la "Garza Blanca" (Shirasagi-jō), la espectacular construcción se alza imponente conservando su estado original. A diferencia de otros castillos japoneses, el de Himeji nunca fue destruído por guerras, terremotos o incendios, por lo que apenas está restaurado. Se considera una joya de carácter nacional, así como patrimonio de la humanidad por la Unesco. Sus orígenes tienen lugar como fuerte, que comenzó a construírse en el siglo XIV. A lo largo de los siglos posteriores, los diferentes clanes gobernantes fueron ampliándolo, hasta llegar a la estructura que podemos contemplar hoy día y que fue finalizada en 1609.
Alrededor de la laberíntica construcción de la muralla hay un jardín llamado Kokoen (好古園),de construcción reciente (1992) y que sigue las pautas del típico jardín japonés de los caballeros de la época feudal. Consta de 9 jardines, diseñados cada uno de ellos con un estilo concreto del período Edo. El acceso está situado justo al lado de la entrada principal al castillo, la Puerta Otemon, a unos 5 minutos andando.



Tras hacer una pausa y llenar nuestros estómagos, nos dirigimos de nuevo a la estación para coger el tren de vuelta a Kyoto. Nuestra idea es aprovechar la tarde para visitar algunos templos, así que al llegar cogemos el autobús nº 5 (justo en frente de la estación de trenes está la de autobuses) hasta el Templo Ginkaku-ji… lo malo es que como es la primera vez que nos subimos a un autobus en esta ciudad, nos despistamos y bajamos muchísimo antes de la parada.


El bus es bastante sencillo de utilizar, te tienes que subir por la puerta trasera y coger el tiket que te da la máquina y que indica el número de la parada. A través de unos altavoces se van anunciando las paradas, primero en japonés y luego en inglés. Cuando decides bajarte, te diriges a la cabina del conductor, introduces el ticket en una máquina que te marca el importe del trayecto y luego introduces las monedas. Si no tienes cambio, la propia máquina te lo da.
Ya son las 16h y comienza a atardecer, así que decidimos coger un taxi para que nos acerque hasta la entrada del templo. La experiencia de ir en un taxi japonés no tiene desperdicio, todo un lujo ver como se abre la puerta de forma automática. Esta gente son el colmo de la cortesía.

El templo Ginkaku-ji (銀閣寺), también conocido como Pabellón Plateado, no ha sido jamás cubierto de plata, aunque en un principio el proyecto pretendía que así fuera. En el contexto histórico de su construcción, Japón estaba inmerso en una guerra civil, por lo que fue imposible financiar un proyecto de tal magnitud. En su origen era un palacio donde el shogun disfrutaba de sus vacaciones, originalmente se llamaba Jisho-ji (慈照寺), y fue fundado en 1482 por el Shogun de Muromachi, Ashikaga Yoshimasa. El jardín contiene un ginshadan “mar de plata” de arena blanca con sus suaves ondulaciones que representan las olas y un kogetsudai, un cono de arena que se asemeja al Monte Fuji. La austeridad del Pabellón de Plata destaca en contraste con su predecesor, el Pabellón de Oro, fundado por el abuelo de Yoshimasa, Ashikaga Yoshimitsu. La visita de este templo nos ayudará a comprender el concepto estético japonés de wabi/sabi (serenidad austera y elegante simplicidad).
Después de salir de allí, nos dirigimos al Paseo de la Filosofía o Tetsugaku-no-Michi (哲学の道), pero ya está anocheciendo y no podemos completarlo por falta de luz, así que decidimos regresar al ryokan con el bus.

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