viernes, 3 de noviembre de 2006

Día 5: 03/11/2006 Fushimi Inari, Nara y Kyoto

Nos levantamos temprano, como siempre y vamos al Starbucks a desayunar, como siempre... Cogemos el tren local que se dirige a Nara y nos bajamos en la estación de Inari, a tan solo dos paradas de Kyoto. Queremos visitar el santuario sintoísta de Fushimi Inari Taisha (伏見稲荷大社), situado en el distrito Fushimi-ku y considerado uno de los jinja (santuarios shinto) dedicados al dios del arroz Inari más populares de Japón.
Una de las características que lo hace más atractivo son sus miles de torii (鳥居) rojos que van creando un camino que sube por la colina donde se encuentra el santuario. El torii es un arco, normalmente rojo o bermellón, que suele encontrarse en la entrada de los santuarios Shinto y que hace de frontera entre lo profano y lo sagrado. Los de Fushimi Inari son donaciones que hace la gente al espíritu Inari, considerado el protector de las cosechas, arroz sobretodo, y que en la actualidad está asociado a la estabilidad económica.
Se comenzó a construir en el 711 en la colina de Inariyama, al sudoeste de Kyoto, pero más tarde fue reubicado y la principal estructura data del 1499. En la entrada, encontramos el santuario Go Honden (御本殿) y la puerta Sakura-mon (桜門). Después de purificarnos limpiando nuestras bocas y manos en una especie de fuente llamada temizuya (手水舎), comenzamos el camino flanqueado por los torii.
A lo largo del camino, que consiste en varias etapas, hay pequeños altares para hacer ofrendas y donde incluso podemos encontrar máquinas de bebida (me parece increíble que las vending machine estén por todas partes!). A menudo vemos unas esculturas de zorros (kitsune) que portan una llave en su boca y que simboliza los graneros donde se guardaba el arroz antiguamente.
  
No llegamos hasta el final del recorrido, se está haciendo tarde y queremos ir a visitar Nara (奈良市), así que salimos de la ruta principal y nos dirigimos de nuevo hacia la estación para coger el tren y bajarnos en la última parada que da nombre a la ciudad.

Al llegar vemos que hay mucha gente y es que hoy es fiesta nacional, el bunka no hi, o día de la Cultura. Tenemos hambre porque nos hemos levantado temprano y la caminata por la ladera de Fushimi Inari nos ha abierto el apetito, así que buscamos una cafetería, en una de las calles más comerciales de Nara y que además es el punto de inicio del recorrido. Mientras estamos tomándonos un café, justo al lado de nuestra mesa, un señor trajeado y con un perfecto acento inglés nos pregunta de dónde somos y si estamos haciendo turismo por Japón. José le contesta que nos acabamos de casar y que estamos de luna de miel. Sé que parece una tontería, pero creo aunque somos dos culturas muy diferentes, occidentales y orientales sentimos una atracción mutua.
Tras esta breve parada nos ponemos en marcha de nuevo y cruzamos la calle comercial Sanjidori, hacia el primer punto de interés de nuestro recorrido, el Templo Kôfukuji (興福寺). Este conjunto está compuesto por varios edificios y fue fundado en 669 por un miembro del clan Fujiwara para orar por la recuperación del líder del clan por una enfermedad. Originalmente se construyó en Kyoto, pero cuando Nara se convirtió en la capital, el año 710, se movió donde actualmente se encuentra. Hoy día solo se mantienen una docena de edificios de los 175 originales de aquella época. Durante el periodo Nara la pagoda fue la estructura más importante del complejo ya que contenía reliquias (huesos y dientes) de Buda. El recinto está compuesto en la actualidad por dos pagodas a ambos lados de la entrada sur del templo, una de tres pisos de 1143 al oeste, y una de cinco de 1426 al este, que es la segunda más alta de todo Japón. La Sala del Tesoro Nacional alberga un museo que contiene estatuas, pinturas, libros y documentos históricos declarados Tesoros Nacionales.
Mientras paseamos nos llama la atención un puestecillo donde están preparando comida para llevar, son unas bolitas que se llaman takoyaki. Es pulpo rebozado y está buenísimo!
Cruzamos el parque Tobihino acompañados en todo momento por los ciervos sika que campan a sus anchas por las calles de Nara. Hay carteles que informan sobre cómo tratar a los animales, incluso paraditas donde venden unas galletas para darles de comer. Algunos incluso se dejan acariciar, pero no es recomendable molestarles demasiado.

Pasamos por delante del Museo Nacional y está repleto de gente, así que decidimos continuar en dirección al Templo Todai-ji (東大寺). Fue fundado por el Emperador Shomu (724-749), y es uno de los templos mas importantes de Japón y uno de los símbolos de Nara. Es la sede principal de la secta budista Kegon que venera al Buda Vairocana como el Buda cósmico. El templo permanece activo, y sus edificios de madera han sido reconstruidos varias veces. La entrada principal al recinto es la Puerta Nandaimon (puerta sud 南大門), del siglo XIII, que custodian dos guardianes Nio de más de ocho metros de altura. El edificio principal, Daibutsuden (大仏殿), del que solo se conserva una tercera parte de su tamaño original, es el edificio de madera más grande del mundo. Y eso es así, ya que en su interior alberga una de las esculturas más grandes de Buda que hay en Japón, conocida como Daibutsu. Esta hecha en cobre y bronce, pesa 250 toneladas y mide 16 metros de altura.
Al rodear la estatua por detrás, hay una columna de madera con un agujero en la base, del mismo tamaño que los orificios nasales de la estatua. Quien pase a través de él tiene garantizada la sabiduría. Nosotros no nos atrevemos a pasar... y sin nos quedamos atascados? Quita, quita... 

Después de comer y tras la caminata de hoy volvemos a Kyoto con la intención de ir a visitar el barrio Gion (祇園), muy conocido por ser el lugar donde se concentran las pocas geishas que quedan en Japón.
Aunque el barrio nació hace 500 años al lado del templo Yasaka, no empezó a tener más importancia hasta principios del siglo XVIII, momento en el que las casas de té o ochaya (お茶屋) empezaron a ofrecer los servicios de unas mujeres dotadas de cualidades artísticas (oratoria, música y danza) llamadas geishas.  
Recorremos la zona sin éxito. Hay lugares donde los turistas pueden cenar mientras ven los espectáculos ofrecidos por geishas, o en su defecto maikos, pero son demasiado caros y estamos cansados para trasnochar, así que decidimos volver al ryokan.

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